Si solo tienes un millón estás jodido

Si solo tienes un millón estás jodido.

Asúmelo: en México, cualquiera puede presumir que “es millonario”. Basta con juntar un millón de pesos en una cuenta, vender un depa heredado o inflar su ego con una camioneta nueva a crédito.

Pero eso no es ser millonario.
Eso es apenas tener oxígeno para un año de renta y Uber Eats en la ciudad más cara del país.

Un millón en pesos no te da libertad.

Un millón en pesos no te da poder.

Un millón en pesos no te da respeto.

La realidad es brutal: en este país, ser millonario empieza en los diez millones líquidos.

¿Por qué diez millones?

Porque con esa cifra ya no trabajas para sobrevivir, trabajas solo si quieres.
Pones esos 10 millones en un instrumento seguro, como CETES al 10% anual, y automáticamente recibes alrededor de 80–100 mil pesos mensuales sin mover un dedo.

Eso es independencia.

Eso es libertad básica.
Pero no confundas: no es riqueza obscena, no es Ferrari en Masaryk ni jet privado a Los Cabos cada fin de semana.

Con 10 millones líquidos tienes seguridad, no lujo ilimitado.

Puedes vivir tranquilo, mandar a tus hijos a una escuela privada decente, viajar un par de veces al año, y no depender jamás de un jefe ni de un gobierno.

Ese es el verdadero punto de partida.

El error del mexicano promedio
La mayoría cree que ser “millonario” es tener una casa de un millón en Ecatepec o juntar un millón en la cuenta después de 20 años de chingarle.

Eso no es riqueza.

Eso es apenas estar un paso arriba de la quiebra.

El problema es cultural: nos enseñaron a pensar en “un millón” como meta, cuando en realidad un millón de pesos hoy es lo que te gasta cualquier político junior en una boda.

La vara está muy baja.

Y por eso el mexicano se conforma.

Hay un grupo enorme de güeyes que vive en una ilusión barata.

Cobran 30, 40, 60, hasta 75 mil al mes y se creen que ya “pasaron de nivel”.

Se compran el celular caro, la chamarra de marca a meses y presumen la suscripción del gimnasio, y por eso se sienten superiores.

Te voy a decir la verdad en seco: eso no es riqueza, es supervivencia con ego.

Si tu ingreso mensual está entre 30 y 90 mil pesos, y no tienes al menos 1 millón en activos líquidos o el plan claro para llegar a 10 millones, eres un pinche jodido.

Punto.

No estás por encima de nadie.

No estás ganando el juego; estás jugando a la bancarrota con buenas fotos en Instagram.

Lo peor es que esos mismos güeyes se endeudan para aparentar y terminan gastando los 70k como si fueran 500k.

Ese postureo te quema la oportunidad real de construir patrimonio.

Aceptarlo duele, pero seguir creyendo el cuento es económico y existe en masa.

La tríada del blindaje
Si quieres que tus 10 millones no se vuelvan polvo, tienes que jugar en tres tableros al mismo tiempo:

Banco y liquidez.

El efectivo es poder inmediato.

Te permite reaccionar, aprovechar oportunidades y dormir tranquilo.

Pero no lo guardas todo aquí, porque el peso se pudre con la inflación.

S&P 500.
El índice de las 500 empresas más poderosas del mundo.
Rendimiento promedió 8–10% anual.
Eso es crecimiento seguro y diversificación automática.
Si metes ahí 3 o 4 millones y lo dejas diez años, sin mover un dedo, tendrás el doble.

Bitcoin.
El activo más odiado por los gobiernos porque no lo controlan. Es tu póliza de seguro contra la ruina, contra la devaluación, contra el sistema. ¿Riesgoso? Sí. ¿Necesario? Más.

Ese mix es lo que divide a los que sobreviven de los que trascienden.

Libertad, no lujo
Con 10 millones bien colocados, tienes la base de todo:

Seguridad para tu familia.
Independencia para no vender tu tiempo.

Blindaje contra inflación, devaluación y crisis políticas.
La riqueza no es tener un carro de lujo a crédito y presumir en Instagram.

La riqueza es saber que, pase lo que pase, mañana tu mesa está servida.

El verdadero problema
La mayoría nunca llegará a ese punto.

No porque no pueda, sino porque nadie les enseña el cómo.

Se la pasan consumiendo contenido vacío de “hazte rico rápido”, “tu mejor versión”, “visualiza tu futuro”…

Pura basura motivacional.

Cuando en realidad, lo único que necesitas es un sistema probado para monetizar tu talento y construir tu propio flujo de dinero.

Eso es lo que separa al obrero con sueños del hombre libre.

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